El Sur - en tres días
Ya he vuelto. No sé si tendré ganas de escribir sobre estos días. Claros y oscuros.
Sí de cómo empezaron allá en el sur. Con la nostalgia de veranos antiguos que nunca acababan. La chicharra me acompaña casi hasta la medianoche, la final de la copa del mundo con mi padre me traslada a aquellas noches calurosas de los agostos de mi infancia con mis abuelos. Las cenas al aire libre con la familia reunida en torno al abuelo, el tomate con sal, la tortilla francesa, las patatas recién fritas y el vino frío, helado, que probaba en sorbos furtivos. Botellas negras de vino blanco que ayudábamos a llenar en esa bodega llena de aromas y de misterio, siempre cerrada con llave. Y esa tele en blanco y negro que se sacaba al jardín las noches que jugaba el Madrid... pero casi todas las noches la conversación inacabable, la de los mayores que duraba hasta que la brisa, ya de madrugada, empezaba a mecer las palmeras y permitía que se empezara a respirar. Y los niños a su aire, sin obligaciones, sólo la de irse a la cama cuando el peso de las pestañas es insoportable para el párpado.
Ahora los niños son otros, más atados, menos libres, pero igualmente incansables y vienen a sacarme de la cama con besos de aceite cuando ya el olor del café y las tostadas han conseguido que abra los ojos. La abuela es ahora mi madre y son los olores, siempre los olores los que consiguen que viaje al pasado. Según dicen no se pueden recordar los olores pero son siempre ellos los que lo consiguen.
Sí de cómo empezaron allá en el sur. Con la nostalgia de veranos antiguos que nunca acababan. La chicharra me acompaña casi hasta la medianoche, la final de la copa del mundo con mi padre me traslada a aquellas noches calurosas de los agostos de mi infancia con mis abuelos. Las cenas al aire libre con la familia reunida en torno al abuelo, el tomate con sal, la tortilla francesa, las patatas recién fritas y el vino frío, helado, que probaba en sorbos furtivos. Botellas negras de vino blanco que ayudábamos a llenar en esa bodega llena de aromas y de misterio, siempre cerrada con llave. Y esa tele en blanco y negro que se sacaba al jardín las noches que jugaba el Madrid... pero casi todas las noches la conversación inacabable, la de los mayores que duraba hasta que la brisa, ya de madrugada, empezaba a mecer las palmeras y permitía que se empezara a respirar. Y los niños a su aire, sin obligaciones, sólo la de irse a la cama cuando el peso de las pestañas es insoportable para el párpado.
Ahora los niños son otros, más atados, menos libres, pero igualmente incansables y vienen a sacarme de la cama con besos de aceite cuando ya el olor del café y las tostadas han conseguido que abra los ojos. La abuela es ahora mi madre y son los olores, siempre los olores los que consiguen que viaje al pasado. Según dicen no se pueden recordar los olores pero son siempre ellos los que lo consiguen.
Canción para hoy: Hallelujah - (en versión de) Rufus Wainwright
6 Comments:
Síguenos hablando de esas vacaciones. Los que no tenemos esos recuerdos agradecemos que los de los demás sean compartidos. Siempre evocan otros propios.
El tema de los olores y.. Los recuerdos... a mí particularmente me llena de nostalgia. Me hacen revivir momentos exactos de mi vida, por desgracia no todos agradables. Todavía puedo identificar el "aroma" a muerte. Se me quedó impregnado el olor que desprendía la habitación donde por primera vez, me enfrenté a un difunto, concretamente mi abuelo. Desde entonces, cada vez que he percibido esa fragancia revivo la sensación que me produjo y no puedo evitar asociarlo.
By 3'14, at 24/7/06 11:01
el regreso al origen...con todo lo que acarrea...saludos
By ashestoashes, at 24/7/06 15:02
Pues mi canal principal noes el olfatorio, pero si el tactil y el visual... recuerdos, que hacen de nuestras vidas lo que son. Bienvenido nuevamente a la blogosfera! Nos estamos leyendo.
By Angel y Demonio, at 24/7/06 21:59
Gracias a todos, volver de vacaciones es bastante duro pero por lo menos consuela ver que todo sigue en su sitio. Hasta los visitantes asiduos. En serio.
También ayuda saber que pronto me volveré a marchar...
By elbé, at 24/7/06 23:48
Yo recuerdo las noches en los Negrales, con esos torneos de ping pong a la luz de una bombilla gigante, con ese aire fresco de rebeca de la sierra, con esa falta de prisa, de sueño, de compromisos... Las recuerdo y solo puedo empezar a llorar...
Un beso cielo
By Anónimo, at 26/7/06 16:17
Si, es tu tiempo feliz de caramelo, ¿no?
By elbé, at 26/7/06 20:00
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