Celia
Recuerdo el verano del 88. El Verano. No era el primero que trabajaba pero sí el primero que lo hacía lejos de casa. Muy lejos. Durante los dos días de viaje en autocar empezaron a conocerse los que serían compañeros los dos meses siguientes. Todo era incertidumbre, todo eran bromas, risas y buenos deseos.
Ya durante el viaje sonaba la música, todo el camino. Fueron dos meses muy musicales. Hubo momentos para todos los gustos. Los días eran muy largos, a las ocho empezaba el trabajo ayudando a preparar y servir los desayunos y no se terminaba hasta las once cuando se acababan de recoger todos los cacharros de la cena. Aún así, todos los días era obligatorio pasar por el bar más cercano. Era un desahogo necesario. El trabajo en sí no era excesivamente duro, lo peor era estar todo el día pillado. Aguantar el mal tiempo la mayoría de los días y cuando salía un buen día siempre aparecía alguien para joderlo. Lo peor era no tener un duro y es que el jefe, Charli, más conocido como escaqueitor, era especialmente hábil a la hora de (no) soltar la pasta. Ahora lloro de risa al recordar cómo corría aquel día que vino a cobrar el panadero- “¡Si os pregunta, no me habéis visto!” – era un genio el Charli.También estaba Jacobo, que ponía siempre la guinda y el punto de humor, Isidro el mayor de todos (sólo según el DNI), Eloy, el bueno, mi compañero inseparable, Soco, cándida y entrañable que aprendió a amar en Holandés y que su nombre suena igual que zueco en ese idioma, Sonsoles que estaba mal y nos lloraba en el hombro entre un peta y el siguiente, Elena, que no era tan seria como aparentaba, Susana, que sí lo era, Mariate, que no estuvo todo el tiempo, Max, el tipo argentino que se iba a tirar a media Holanda y que el último día con la sonrisa torcida me devolvió el condón que le di el primer día, cuando tuvo su primera opción, y Javier, que fue el fotógrafo oficial. Sé que había más gente pero no me acuerdo ahora.Mi mejor recuerdo se llamaba Celia, se casaba en octubre y estaba de despedida de soltera, con su amiga Encarna que se lió con Eloy. Celia y yo fuimos uña y carne, creo que hubiéramos hecho buena pareja, tuvimos una semana inolvidable pero ninguno de los dos quiso cruzar la raya. Ella por lo dicho y yo por una razón que tenía en Madrid. Un preciosa razón de 18 años que me tenía loco.
La banda sonora era variopinta, The Pogues nos sacaban a diario de la cama, al atardecer, alguien solía pinchar el canon de Pachelbel, cuando alguien echaba de menos a su chica (o a su chico) solía sonar Querida Milagros y, por supuesto, todas las noches en el bar, nos volvía locos Perfect de Fairground Attraction.
Ese año aprendí que uno se puede ganar la vida, incluso en bici, que no to er mundo e güeno, aunque la mayoría sí, que estaba enamorado, que necesitaba el sol para ser feliz, que el mejor chocolate no viene envuelto en papel rojo, que es posible hacer nuevos amigos para siempre a los que nunca volverás a ver, que dos mil quinientos kilómetros pueden ser muy pocos y doscientos cincuenta pueden ser muchos. También aprendí a ser mayor, pero esto enseguida se me olvidó.
Ya durante el viaje sonaba la música, todo el camino. Fueron dos meses muy musicales. Hubo momentos para todos los gustos. Los días eran muy largos, a las ocho empezaba el trabajo ayudando a preparar y servir los desayunos y no se terminaba hasta las once cuando se acababan de recoger todos los cacharros de la cena. Aún así, todos los días era obligatorio pasar por el bar más cercano. Era un desahogo necesario. El trabajo en sí no era excesivamente duro, lo peor era estar todo el día pillado. Aguantar el mal tiempo la mayoría de los días y cuando salía un buen día siempre aparecía alguien para joderlo. Lo peor era no tener un duro y es que el jefe, Charli, más conocido como escaqueitor, era especialmente hábil a la hora de (no) soltar la pasta. Ahora lloro de risa al recordar cómo corría aquel día que vino a cobrar el panadero- “¡Si os pregunta, no me habéis visto!” – era un genio el Charli.También estaba Jacobo, que ponía siempre la guinda y el punto de humor, Isidro el mayor de todos (sólo según el DNI), Eloy, el bueno, mi compañero inseparable, Soco, cándida y entrañable que aprendió a amar en Holandés y que su nombre suena igual que zueco en ese idioma, Sonsoles que estaba mal y nos lloraba en el hombro entre un peta y el siguiente, Elena, que no era tan seria como aparentaba, Susana, que sí lo era, Mariate, que no estuvo todo el tiempo, Max, el tipo argentino que se iba a tirar a media Holanda y que el último día con la sonrisa torcida me devolvió el condón que le di el primer día, cuando tuvo su primera opción, y Javier, que fue el fotógrafo oficial. Sé que había más gente pero no me acuerdo ahora.Mi mejor recuerdo se llamaba Celia, se casaba en octubre y estaba de despedida de soltera, con su amiga Encarna que se lió con Eloy. Celia y yo fuimos uña y carne, creo que hubiéramos hecho buena pareja, tuvimos una semana inolvidable pero ninguno de los dos quiso cruzar la raya. Ella por lo dicho y yo por una razón que tenía en Madrid. Un preciosa razón de 18 años que me tenía loco.
La banda sonora era variopinta, The Pogues nos sacaban a diario de la cama, al atardecer, alguien solía pinchar el canon de Pachelbel, cuando alguien echaba de menos a su chica (o a su chico) solía sonar Querida Milagros y, por supuesto, todas las noches en el bar, nos volvía locos Perfect de Fairground Attraction.
Ese año aprendí que uno se puede ganar la vida, incluso en bici, que no to er mundo e güeno, aunque la mayoría sí, que estaba enamorado, que necesitaba el sol para ser feliz, que el mejor chocolate no viene envuelto en papel rojo, que es posible hacer nuevos amigos para siempre a los que nunca volverás a ver, que dos mil quinientos kilómetros pueden ser muy pocos y doscientos cincuenta pueden ser muchos. También aprendí a ser mayor, pero esto enseguida se me olvidó.
Canción para hoy: If I should fall from grace with god - The Pogues
5 Comments:
Incluso es posible hacer amigos a los que nunca has visto y a los que, a lo mejor, nunca verás.
Eres grande, Paco.
By Zar Polosco, at 21/5/07 12:00
Genial post Elbé, estás que te sales, no paras de tocarme todas las fibras posibles... Un abrazo, eres un encanto!!
By Arual, at 21/5/07 12:20
Precioso post.
Que buenos esos recuerdos...
Yo no tengo ninguno así, porque siempre he estado cerca de casa, pero seguro que extrañaría lo que tu has mencionadao.
Y respecto a las amistades... es triste eso de hacer amigos a los que nunca mas volveremos a ver, pero es asi.
besos.
By Mae, at 21/5/07 12:26
Muchos de nuestros veranos tienen nombre propio. Quizas por eso, con la edad, cuando me preguntan que época del año me gusta más cada vez tiendo a pronunciarme por el otoño cuando de “toda la vida” no había dudado en proclamar la primavera como el periodo anual del que más gozaba.
Hay una canción por ahí de mi idolatrado, amado y querido NV que dice:
¿Y quién entre esos que ahora te adulan y que hablan tan bien de ti,
quién permanecerá por aquí para verte caer?
¿Quién vendrá con el alba y quién al atardecer,
y ante todo pregúntate quién querrá hacerlo por las noches?
La cigarra y la hormiga, el día y la noche, el verano y el invierno, el calor y el frío, la pasión y el recogimiento…
Tu post, bello donde los haya, cargado de dulce nostalgia, golpea fuerte en lo que fue, lo que es y lo que habrá…
Ten por seguro que guardas una gran riqueza y ese manto al caer la nieve no te faltará.
Como me alegro que hayan resurgido esas ganas de escribir, no dejes que las brasas se apaguen, sería una gran pérdida querido amigo :)
By 3'14, at 22/5/07 00:34
me uno a los halagos, casi parece que estuve yo alli también de lo bien que lo has descrito.
asi que te ganabas la vida en bici? eso me lo tienes que contar!
By Slim, at 22/5/07 12:19
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