Cuando las canciones hablan de ti

28.8.07

Y tú ¿qué es lo que quieres?

No tengo ni la más remota idea. En cuanto me entere tú serás la segunda en saberlo. Mientras tanto, ¿bailamos?

Canción para hoy: Do ya? - Dover

21.8.07

Un buen día (para ser lunes)

La moto, casi una pieza de museo, nunca ha ido tan bien como ahora, acaba de salir de una larga estancia en el taller y la han dejado niquelá. Me acerco a "El aventurero" para comprar el cómic "El fotógrafo" que me muero de ganas de leer desde que lo he visto recomendado esta mañana "en el ático". La tarde, que es perfecta, se está muriendo pero no me da pena porque mañana habrá otra (aunque quizá no sea tan bonita como la de hoy). Aparco la moto en la puerta y entro en la tienda, que es como un mundo aparte, ese ambiente especial que puedes encontrar en sitios como este o como el escri o la metralleta. No hay muchos sitios así. Una chica amabilísima me busca los tres libros que componen la colección y en cinco minutos estoy fuera. La tarde me ha atrapado y el ambiente bajo el arco de la calle Toledo es especial. Me quedo parado en medio de la calle, casi estoy en trance. No lo puedo describir así que no lo haré. Veo una mesa libre en la terraza de aquel bar y no lo dudo más. Me siento entre esas dos (chicas) americanas y esa pareja con pinta de estar disfrutando (no mucho a juzgar por sus caras) de su primera cita. En la mesa que tengo delante una familia un tanto peculiar "se recrea" en un enorme álbum de fotos de boda o similar. El camarero con inconfundible acento caribeño es más amable de lo que esperaba y le pido una jarra de cerveza con limón. A los dos minutos se presenta con un enorme tanque de cerveza helada. Doy un primer trago larguísimo y me sumerjo en la lectura del primer tomo. Apenas puedo encadenar más de dos minutos seguidos de lectura. El espectáculo es indescriptible, en la mesa de enfrente esa señora, que se nota que no es de la familia, monopolizando la conversación me hace reír a cada momento. Me tengo que esconder tras el libro para que no me vean reír. Me lo estoy pasando en grande. A mi derecha no hay mesas y un río de guiris discurre desde y hacia la Plaza Mayor. Esta es una ciudad increíble y hoy está preciosa (¿no creéis que le sobra como un millón de personas?). La luz es más bonita cada minuto que pasa y cada vez lamento más no tener la cámara conmigo, me tengo que conformar con hacer una foto con el teléfono. La chica de la mesa de la izquierda parece haber perdido algo, buscan frenéticamente el bolso, tiene toda la pinta del típico robo al despiste. Así se lo confirma el camarero (dice que es lo más probable). La chica desaparece y el chico se queda solo. Parece despistado, no sabe qué hacer. Vuelvo al cómic. Vuelvo a la mesa de enfrente. Las americanas han empezado a comer un menú inverosímil. La temperatura es perfecta, el aire huele bien, y el trocito de cielo que veo se está tiñendo de unos colores prodigiosos, el acordeón da el toque musical a la escena. Vuelve la chica del bolso, se lo había dejado en casa. Las americanas intercambian sus platos a mitad de la cena, la reunión familiar empieza a disolverse. Ha pasado una hora y he devorado la mitad del primer tomo, a pesar del espectáculo que me rodea. Ya no me queda cerveza y decido irme. Me siento como un auténtico turista. Miro a mi alrededor como si nunca hubiera estado allí y me siento como si fuera mi primera visita. Sé que ya lo he dicho pero hay una luz tan especial que me cuesta no decirlo una vez más.
Subo a la moto con idea de bajar hasta Bailén por la gran vía de San Francisco, pero me equivoco y giro a la derecha por la Calle Segovia lo que me permite ver un cielo rojo sublime por debajo del arco enorme del Viaducto. Giro a la derecha y subo serpenteando por la Cuesta de la Vega. Entre los árboles sigo viendo un cielo en el que se distinguen todos los colores imaginables entre el rojo y el azul. A la izquierda un giro (prohibido) en Bailén y paro delante del Palacio. ¡Hay que joderse, qué bonito está hoy todo! Vuelvo sobre mis pasos y bajo otra vez por la Cuesta de la Vega, me acuerdo (no sé porqué) de Abre los ojos. Salgo por el parque de Atenas al paseo de la Virgen del Puerto y sigo hasta la glorieta de San Vicente. No había visto todavía la Estación del Norte desde que la han convertido en centro comercial. Está preciosa (aunque ahora no parece una estación de verdad sino un decorado). También el Paseo de la Florida (qué nombres tan bonitos tienen todas estas calles) que recorro hasta que se convierte en avenida de Valladolid y ésta hasta el Puente de los Franceses (qué bien resiste). Bajo el puente nuevo giro a la derecha entrando en el parque del Oeste, que está increíblemente bonito. Atravieso el parque por Ruperto Chapí y el Paseo de Camoens hasta Pintor Rosales y por Marqués de Urquijo desaparezco en la ciudad, una ciudad desconocida, casi sin tráfico y ¿sabeis una cosa? hay una luz preciosa, todavía.

Canción para hoy: Outdoor cafe - The Mockers

19.8.07

Secreto

Alguien me dijo que quizá el Mar Antiguo tuviera un secreto para mí. Le pregunté a través de su puerta de entrada, sin atreverme a franquear las columnas terribles. Con una de sus voces más dulces me contestó desde una de sus islas preciosas, perdida en el tiempo entre dos, cuatro, mil culturas...

El secreto eras tú y ahora es mío, mientras mi memoria lo permita.

Canción para hoy: Desperta-te - Franca Masu