Cuando las canciones hablan de ti

28.10.06

El Jarama

Desde que hace un año leí, con bastantes de retraso, El Jarama, cada mañana, yendo hacia el trabajo, miro el camino de otra manera. Intento imaginar cómo era entonces. El valle del Jarama, pocos años después de ser escenario de una de las batallas más duras. Hoy, las autopistas, los enormes viaductos y los polígonos industriales desfiguran la imagen que debió tener en otros tiempos.

Al amanecer, el valle se va coloreando con tonos pastel. Al pasar junto a la ermita del Cristo, el campanario se recorta entre los álamos contra el fondo anaranjado. Más a la derecha, los riscos son testigos de todo. Cientos de aves viven en su refugio natural, sobre el río. Entre los espartales que bajan hacia el río, la liebre trepa y retrepa, entra al túnel y se asoma mirando de reojo la cada vez menos probable aparición del temido búho real.

Abajo el río se esconde entre los cortados y atravieso los campos de labranza. Con el cereal y el maíz ya recogidos hace meses, los terrenos oscurecidos por las lluvias recientes parecen despertar con las primeras luces y se resisten a salir de entre las sábanas de niebla. Como jirones de algodón, se pegan las brumas a la tierra todavía sin arar.

El viejo cementerio con su hilera de cipreses queda a la derecha. A lo lejos se ven ya las primeras casas de San Fernando. Giro por el paseo que flanqueado por esos plátanos enormes se dirige hacia el río. Justo detrás de ese caserón que seguro que conoció tiempos mejores. Más allá de la línea de los árboles de sombra, que dieron refresco a los señores de la casa y fueron testigos de los primeros escarceos de sus habitantes más jóvenes siempre vigilados por las carabinas, va cambiando la forma y el color de las tierras. Aparecen los primeros chamizos que rodean las huertas más cercanas al río, una franja estrecha de terreno que enseguida se convierte en la pura ribera. Los sauces, los álamos, los chopos y finalmente, ya encima del agua, los carrizos, que cobijan cientos de aves, incluso en esta época podemos ver las cabezas verdes del ánade real, el plumaje negro de la focha o, si tenemos suerte, alguna garza real encaramada en un tronco viejo o al acecho de su almuerzo en las aguas bajas de la orilla. Dicen que alguna vez alguien incluso vio una nutria, pero yo no fui.

Al cruzar el río vuelvo a entrar en campos de cereales ya cosechados. Su desnudez deja a la vista los enormes charcos, casi lagunas, que han formado las últimas lluvias. Las grandes bandadas de estorninos se dibujan en el cielo, algo más claro ya, con sus formas caprichosas y cambiantes como una mancha de aceite en agua hirviendo. Después el camino vuelve a girar hacia San Fernando y cuando cruzo el río por segunda vez, imagino allí, donde ahora lo cruza la autovía, la vieja presa en la que se bañaban los jóvenes protagonistas de la novela. Una mañana cualquiera de domingo empiezan y acaban sus sueños, en un tiempo en el que hasta soñar se pagaba con la vida.

Mi sueño termina al entrar de lleno en el tráfico atropellado y absurdo, entre naves industriales, con los aviones rompiendo la madrugada a escasos metros sobre mi cabeza. Las luces rojas de los coches que frenan delante de mí me indican que ya estoy en Madrid. Todavía alcanzo a ver algún cernícalo apostado contra el viento frío de la mañana y alguna urraca vigilando sobre la atalaya metálica de los postes de alta tensión.


Alta tensión es lo que me espera cuando llegue a mi destino, pero estos últimos veinte minutos, casi he visto lo que conté. Probablemente algún día fue así.

Canción para hoy: Atlas - Pauline en la playa

23.10.06

La eterna juventud (Chistiario II)

¡Qué gran cosa el chiste! Ríete de ti mismo y aprende un poco de paso:

  • ¡Pero hombre Pepe! ¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Joder tío, por tí no pasan los años! ¿Como haces para conservarte tan joven?
  • Pues nada, es que yo no discuto nunca...
  • ¡Anda ya, Pepe! ¡Me estás vacilando! ¡¿Cómo va a ser eso?!
  • Bueno, pues no será por eso...

La eterna juventud no existe, ya lo sabemos todos. Pero, ¿qué sentido tiene andar siempre enredado en discusiones estériles? Si mi mejor amigo es un facha, yo no voy a cambiarlo por discutir eternamente con él. Si mi vecino es católico practicante, ¿quién soy yo para convencerlo de que dios no existe? Si mis hermanos son del Real Madrid, ¿qué le vamos a hacer? Todo el mundo tiene derecho a estar plenamente equivocado. Yo el primero.



Canción para hoy: ¿Dónde estabas? - Panorama 73

22.10.06

Vivir y ganar (Chistiario I)

¡Qué gran cosa el chiste! Ríete de ti mismo y aprende un poco de paso:

- Oye, me encanta jugar al póker y perder.
- ¿Y no te gusta ganar?
- Bueno, ¡eso ya debe ser la hostia!

Me encanta vivir la vida esta que no es la mía (ya lo había dicho antes aquí, ¿no?). La mía la perdí, como sabéis. Vivir y ganar ¿será tambíén la hostia?. Esta mañana me dió por pensar que a lo mejor el triunfo está sobrevalorado. Probablemente será una gilipollez, como dedicarle unos minutos a algo tan estúpido como analizar un chiste.

Para terminar diré que no es cierto que el ganador se lo lleve todo... bien lo sabe el perdedor aunque tarde un tiempo en darse cuenta.


Canción para hoy: The winner takes it all - Abba

19.10.06

Melancolía...

...es lo que pega en este tiempo, mirando por la ventana, monotonía de lluvia tras los cristales, me viene a la cabeza su mirada, sus ojos que sonríen y en los que se miraban los míos aquella noche... dime qué ves cuando tus ojos se fijan en mí

Ella se acostó de lado, dándome la espalda. Le susurré al oído que iba a abrazarla, asintió con un leve, casi imperceptible movimiento de sus labios carnosos, casi cortados por el aire seco de aquella noche de verano y los muchos ducados. Le pasé mi brazo derecho sobre su cintura, más cerca del pecho que de la cadera, el izquierdo quedó atrapado por su cuello, fino y ligero. Su pelo me hacía cosquillas en la nariz hasta que conseguí acoplarme cómodamente. Fingiendo estar bien formé un arco entre su cuerpo y el mío temiendo que la lógica excitación estropeara aquel momento mágico.
El olor del jazmín y las damas de noche, que ya estaban a punto de cerrarse, se colaba a borbotones por el balcón abierto, empujado por el viento suave y casi fresco que entraba por primera vez en toda la noche haciéndonos olvidar el calor que hasta entonces nos mantenía en vilo. El aroma dulzón de las flores nocturnas sustituía poco a poco al humo del tabaco que impregnaba todos los rincones del salón. Desde el dormitorio se podían ver las cortinas como velas vaporosas volando en dirección al río llevándose otros recuerdos y otros deseos no satisfechos.
Su respiración se hizo cada vez más rítmica, más profunda. Poco a poco se fue yendo hasta que su sueño me liberó. Me despegué de ella tan despacio como pude y lentamente me di la vuelta. El olor de su pelo, el movimiento suave de su pecho rozándome los brazos… el leve crujir del aire entrando y saliendo por su nariz… era demasiado para mí. El sueño me podía y sabía que no me podría dormir abrazado a ella, el gesto más tierno del mundo puede ser una tortura cuando no es suficiente. No había pasado mucho tiempo, no sabría decir cuánto, creo que todavía estaba despierto cuando noté que ella se estaba girando, se dio la vuelta y me abrazó igual que yo la había abrazado antes. Una oleada de ternura me invadió al momento y sentí una paz que no he sentido desde entonces. Entonces soñé que amanecía y que seguíamos allí, los dos.

Las gotas de lluvia resbalan por el cristal formando ríos minúsculos y efímeros, siento una gran nostalgia de aquel momento, de aquel abrazo que sí fue suficiente y lo echo de menos como respirar debajo del agua, como las costumbres antiguas que de repente recuerdas y añoras, como las manos huesudas de la abuela que hace tantos años que no te acarician la cabeza… siento una gran nostalgia y disfruto de ella. ¡Como nunca antes había hecho!


Canción para hoy: Mi Little Good Friend - The Winnerys

8.10.06

Los sueños ¿sueños son?

Muchas veces me he preguntado desde entonces qué me pasó esa noche en Trinidad, hoy creo que puedo decir sin temor a equivocarme que aquel apagón lo produjo un condensador de fluzo, no recuerdo haber entrado en ningún vehículo pero sin duda lo hice, esa máquina del tiempo me llevó unos años atrás y durante unas horas volví a tener 17 años, pero sin los complejos propios de la edad. Las horas pasadas en el único after hours de Trinidad, el servicentro, la gasolinera para entendernos, están envueltas en un velo de irrealidad. Mis recuerdos se reducen a pequeños girones al viento y cuando trato de recordar tan solo viene a mí una sonrisa con sabor a mango y a ron. Si fuera una canción o una película se llamaría, sin duda, Cuban Graffiti. Mi ventaja con respecto a los personajes del gran Lucas es que yo sólo tuve 17 años durante unas horas y las historias vividas no tienen final, porque casi ni llegaron a empezar... como ya dije una vez, las historias con final feliz no existen, porque las historias felices no tienen final...



Esto lo escribí hace un año y lo viví o lo soñé poco antes. Pero igual que la mayoría de los sueños se olvidan antes de despertar, otros se sueñan al abrir los ojos y son imposibles de olvidar.

Canción para hoy: That'll be the day - Buddy Holly

4.10.06

Vivir una vida ajena

Estos días en los que todo me llena las horas y apenas quedan huecos que tapar son en los que más se acentúa la sensación que comentaba el otro día con una amiga reciente, esa sensación de estar viviendo una vida que no es la mía. Desde luego que no sé de quién será. Desde luego que no me quejo. Pero lo más importante es que ahora me gusta vivirla. Lo que más me gusta estos días es darle un corte de mangas a todo lo malo que ha pasado y a lo que, sin duda, vendrá. Como siempre, voy con la lengua fuera pero algo desconocido me impulsa con una fuerza que no estaba ahí hace unos meses. Y me hace sonreir absurdamente como si estuviera empezando abril. ¿Más dura será la caída?
Una curiosidad, hoy es mi santo y sólo me han llamado mujeres para felicitarme. No sé qué puede significar, ¿estaré prestando demasiada atención a un sector de la población? o ¿simplemente los tíos no nos acordamos de estas cosas...?




Esta mañana he recordado que una de las últimas cosas que hice en mi vida fue ir a un concierto de The Winnerys. Estaba oyendo su primer disco y me acordé de aquello. Como casi siempre, lo mejor fue lo inesperado, por supuesto ellos eran los teloneros y me dejaron con la boca abierta, era como si hubiéramos hecho un flashback colectivo. Un grupo impresionante al que sólo se le puede reprochar (quizá) haber llegado con casi cuarenta años de retraso. Curioseando más tarde en la red me he enterado de que acaban de sacar su segundo disco y que lo presentan a finales de mes en Madrid. Allí estaré, con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide.

Canción para hoy: It's up to you - The Winnerys